DE LA MATANZA DE RACAK AL PALACIO DE RAMBOUILLET




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INTRODUCCIÓN

A pesar del acuerdo de alto-el-fuego y la retirada del Ejército serbio, el régimen de Belgrado no tardó en dejar claro que este acuerdo era solamente una salida táctica a la amenaza de la OTAN por parte del presidente Milosevic. El 29 de octubre, sólo trece días después del acuerdo, Vojislav Seselj, líder del Partido Radical Serbio (Srpska Radikalna Stranka, SRS), manifestaba: "Todos los terroristas armados (en referencia a los miembros del Ejército de Liberación de Kosovo) serán desarmados y presentados ante la justicia. La retirada de la policía serbia no significa el final de la lucha contra los terroristas" (International Crisis Group). Durante los meses de noviembre y diciembre de 1998 se vivió una situación de calma tensa. Si bien los enfrentamientos a gran escala se detuvieron, a medida que los días pasaban la situación se complicó de nuevo. Por un lado, el Ejército de Liberación de Kosovo. Ushtrisë të Çlirimtare të Kosovës, UCK) aprovechó esta calma para organizarse y rearmarse (el UCK ha aumentado considerablemente su importancia como actor de la crisis, y el hecho que lo demuestra es su presencia en las conversaciones del palacio de Rambouillet, Francia). Por su parte, la policía serbia y las unidades del Ejército iban poco a poco volviendo a tomar posiciones en Kosovo. Esta situación suponía una violación del Acuerdo del 13 de octubre que evitó la intervención militar de la OTAN.

A principios de enero de 1999, la situación estalló nuevamente en Kosovo. La nueva escalada bélica se puso de manifiesto (es decir, encontró eco en los medios de comunicación) con el descubrimiento de una nueva matanza colectiva en la ciudad de Racak, en el centro de Kosovo. El 15 de enero de 1999 fueron ejecutados en la població de Racak y sus alrededores 45 kosovares de origen albanés (41 hombres, muchos de edad avanzada, y tres mujeres). Durante la inspección sobre el terreno que llevó a cabo la Misión de Verificación de la OSCE, su jefe, William Walker, no dudó en responsabilizar a las fuerzas de seguridad serbias. La forma en que se encontraron las víctimas y las heridas que presentaban hacían evidente que habían sido ejecutadas. Por su parte, las autoridades de Belgrado aseguraron que eran terroristas y que habían muerto como consecuencia de los enfrentamientos armados con la policía y el Ejército serbio. Las autoridades de Belgrado respondieron a las acusaciones de William Walker, decretando su expulsión de Kosovo el día 19 de enero de 1999. Este hecho fue interpretado por parte de la comunidad internacional como un desafío. La OTAN recordó a Milosevic que el plan de intervención de octubre de 1998 todavía podía ser activado. A pesar de esto, la OTAN no amenazó nunca con la intervención militar en esta nueva crisis. Es de suponer que los jefes de la OTAN saben que no se puede abusar de las amenazas que nunca se hacen realidad, porque estas pierden eficacia. Y parece que el presidente Milosevic domina este tipo de situaciones a la perfección.

Finalmente, el jefe de los observadores de la OSCE no fue expulsado, y Milosevic volvió a aceptar el despliegue de los observadores el 23 de enero. Aún así, los incidentes armados no se detuvieron. El martes 24 de enero murieron cinco civiles albaneses en el sur de Kosovo (El País, martes 26 de enero de 1999), y el 29 de enero, la policía serbia asesinó a 24 albaneses en la población fronteriza con Albania de Rogovo. En este último incidente, las autoridades serbies aseguraron que la incursión de la policía serbia en Rogovo había sido debida al asesinato de un policía serbio el día anterior. La muerte del policía serbio fue confirmada por los observadores de la OSCE. Pero la violencia no sólo venía del lado de la policía serbia. El mismo día 29 de enero, una bomba en una cafetería de Priština hería a seis jóvenes serbios. Durante el mes de enero murieron un total de seis serbios en atentados a bares de la ciudad de Priština frecuentados por serbios (El País, sábado 30 de enero de 1999).

La situación se tornó tan complicada o más que en octubre de 1998. El día 29 de enero de 1999 se reunieron en Londres los ministros de Asuntos Exteriores del Grupo de Contacto para la antigua Yugoslavia (EUA, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania y Rusia). El Grupo de Contacto acordó dar un ultimátum a serbios y albaneses para encontrar una solución que detuviese el derramamiento de sangre. A partir de aquel momento, serbios y albaneses tenían 21 días para llegar a un acuerdo. Pasado este periodo de tiempo, la intervención militar en Kosovo sería inevitable. Pese a esta afirmación, Rusia remarcó que cualquier intervención militar no se podría llevar a cabo sin la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Como ya explicamos anteriormente, cualquier intervención militar de la OTAN sin la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pese a que esta estuviera plenamente justificada, constituiría una violación del derecho internacional. Pese a que la posición rusa está de acuerdo con el derecho internacional, no hemos de olvidar que Rusia ha sido un aliado tradicional de Serbia, y que su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas podría detener cualquier iniciativa en este sentido.

Para presionar a las partes en la solución del conflicto, el Grupo de Contacto citó a todas las partes implicadas en la localidad francesa de Rambouillet, a 50 km de París. Esta reunión (negociación) quedó proyectada en dos semanas, ampliables a tres si fuera necesario. La convocatoria del Grupo de Contacto iba dirigida a las autoridades de Belgrado, al supuesto representante del Gobierno de Kosovo, Ibrahim Rugova, y a los representantes del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK). En un principio, las autoridades serbias aseguraron que no negociarían nada con terroristas (en alusión a los representantes del UCK), pero finalmente, y después de que el UCK anunciase su participación en las conversaciones (2 de febrero de 1999), el día 5 de febrero Serbia aceptó enviar una delegación a Rambouillet (pese a que continuó afirmando que no negociaría con los terroristas del UCK).




LAS CONVERSACIONES DE RAMBOUILLET, PARÍS

Antes de comenzar con la explicación de cómo fueron las conversaciones en Rambouillet, es necesario detenerse en la descripción del texto que el Grupo de Contacto para la antigua Yugoslavia llevó a estas conversaciones y que finalmente fue aceptada por la delegación albanesa kosovar, pero no por la delegación yugoslava. Es importante fijarse en el contenido del texto, ya que alguna de las disposiciones puede aportar luz a la explicación del por qué fracasaron las conversaciones.

En primer lugar, y en lo referente a las disposiciones políticas del texto, es decir, el estatuto de autonomía de la provincia, instituciones de autogobierno, elecciones, competencias, etc. (capítulos Y, III, IV del texto), las reticencias llegaron, aunque parezca una paradoja, del lado de los albaneses kosovares. Belgrado aceptó todas las disposiciones políticas del texto (o al menos esto dijo el Gobierno de Belgrado en un comunicado del 19/3/1999, pocos días antes del comienzo de los bombardeos), ya que en ningún momento ponían en cuestión la integridad territorial de la República Federal Yugoslava. Fueron los albaneses kosovares los que hubieron de ceder, ya que el texto no hacía referencia ni a la autodeterminación ni a la independencia que eran sus principales objetivos. Según el texto, esta autonomía había de servir para un periodo transitorio de tres años, después de los cuales se decidiría el estatus final de la provincia.

La parte más conflictiva del texto, según nuestro punto de vista, es el que hace referencia a la implementación del acuerdo. Según el texto, este acuerdo había de ser implementado bajo la vigilancia de una fuerza armada de la OTAN que llevaría el nombre de KFOR (Kosovo Force). Esta condición ya era difícil de aceptar por parte de Belgrado (país no-miembro de la OTAN y en la órbita rusa), pero todavía lo hizo más difícil el contenido del apéndice B del capítulo VII del texto, y más concretamente algunas de sus disposiciones. A continuación reproducimos exactamente un fragmento, concretamente el punto 8, que habla sobre las atribuciones de la KFOR en su tarea de vigilancia:

 Capítulo VII, apéndice B, punto 8.

El personal de la OTAN disfrutará, juntamente con sus vehículos, barcos, aviones y equipos, de libre circulación y acceso sin restricciones en todo el territorio de la RFY, incluyendo el espacio aéreo y las aguas territoriales. Esto habrá de incluir la no-limitación al derecho de acampar, maniobrar, alojar y utilizar cualquier área o instalación requerida para el apoyo, entrenamiento y operaciones; (8. NATO personnel shall enjoy, together with their vehicles, vessels, aircraft, and equipment, free and unrestricted passage and unimpeded access throughout the FRY including associated airspace and territorial waters. This shall include, but not be limited to, the right of bivouac, maneuver, billet, and utilization of any areas or facilities as required for support, training, and operations).




Como se desprende de este fragmento, el texto de Rambouillet otorgaba unas atribuciones a las fuerzas de la OTAN difíciles de aceptar no sólo por la República Federal Yugoslava, sino por cualquier país un poco orgulloso de su soberanía e independencia. La negativa de la delegación yugoslava al texto del Grupo de Contacto también se podría explicar en función de la ausencia total en este de referencias directas al Ejército de Libereación de Kosovo (UCK). En el capítulo VII (Implementation II) habla de la retirada y acantonamiento de la Policía Especial Serbia (MUP) y del Ejército Federal Yugoslavo (VJ), pero no ninguna referencia explícita al UCK. En el artículo V de este mismo capítulo, titulado "Otras Fuerzas" (Other Forces), hace una referencia general al resto de fuerzas armadas que actúan en el territorio de Kosovo, entre las cuales evidentemente se encontraría el UCK, pero también los grupos armados de civiles y paramilitares serbios. El artículo habla del cese de sus actividades y de una desmilitarización de estas unidades, pero sin referirse directamente al UCK. Seguramente la falta de referencia directa al UCK facilitó la aceptación del texto por parte de sus representantes en París, pero a la vez, hizo más difícil la firma de la delegación yugoslava.

Las conversacines de París comenzaron ya en un ambiente de pesimismo. La negativa de Belgrado a aceptar tropas de la OTAN en Kosovo (y según el texto en toda la RFY) y las divisiones en la delegación albanesa kosovar respecto de la firma del documento del Grupo de Contacto, hacían presagiar el fracaso de las conversaciones. Las dos rondas de conversaciones en París acabaron sin un acuerdo total. Finalmente, la delegación albanesa kosovar, en una decisión unitaria, firmó los llamados Acuerdos de Rambouillet, aceptando todos los puntos de la propuesta del Grupo de Contacto y renunciando a su objetivo último, la independencia. La delegación yugoslava aceptó todas las propuestas polítcas, pero rechazó la presencia de tropas internacionales bajo mando de la OTAN y la retirada total de las fuerzas de seguridad yugoslavas de la provincia de Kosovo. Por tanto, la denominación "Acuerdos" no resulta muy adecuada a un documento que no ha sido aceptado por una de las partes en conflicto. El fracaso abrió la puerta a una nueva amenaza de la OTAN. Las conversaciones de París fueron la "última oportunidad de la comunidad internacional" (palabras textuales de los dos directores de las conversaciones, los ministros de Asuntos Exteriores el británico, Robin Cook, y el francés Hubert Vedrine).



LOS BOMBARDEOS DE LA OTAN Y LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS

El día 24 de marzo de 1999, el secretario general de la OTAN ordenó ataques aéreos contra la República Federal Yugoslava, ya sólo era cuestión de horas. El visto bueno de Solana dejaba a los jefes militares de la OTAN la decisión de atacar cuando se diesen las condiciones. A las ocho de la tarde, hora española, caían los primeros misiles sobre Belgrado, Priština y algunas importantes ciudades yugoslavas como Novi Sad. Desde un primer momento, las autoridades militares y políticas de la OTAN aseguraron que estas operaciones de castigo solamente serían aéreas y que en ningún caso tropas de la OTAN entrarían en Kosovo en un "entorno hostil" (sin el visto bueno de las autoridades de Belgrado). La acción de la OTAN ha generado una fuerte controversia, los contrarios argumentan que esta no está avalada por el derecho internacional que todos los miembros de las Naciones Unidas han hecho suyo para regular sus relaciones internacionales. El hecho de llevar a cabo una acción militar contra un Estado soberano sin el visto bueno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, supone una violación de la legislación internacional. Por otro lado, prácticamente todos los países miembros de la OTAN justifican esta acción por motivos humanitarios, tan solo Grecia (miembro de la UE y de la OTAN) ha mostrado su malestar e Italia puso siempre de mianifiesto sus dudas respecto a la acción militar. El nuevo papel de la OTAN y su actuación en la crisis de Kosovo suponen un cambio radical en las normas que regulan las relaciones internacionales entre estados y entre estos y la ONU. Esta situación ha supuesto un golpe muy duro al derecho internacional y su institución depositaria, la ONU. Una cosa es cierta, tanto los contrarios como los favorables a estas acciones de la OTAN admiten que el peligro de extensión es muy grande y que nadie puede asegurar cómo acabará todo. Esta nueva situación está llevando a la desestabilización a Macedonia, con un precario equilibrio étnico, político y ahora también económico, y de Albania, que ha dado un ejemplo de solidaridad siendo el país más pobre de Europa. También la República de Montenegro ha quedado en una situación muy difícil. Mantener una posición de neutralidad y de rechazo a Belgrado mientras las bombas caen también en su territorio y sobre una población profundamente dividida, pone a esta república yugoslava en el camino de una crisis insostenible.

Respecto a los refugiados, las cifras hablan por sí mismas. Antes de la de la intervención militar de la OTAN el número de refugiados y desplazados albaneses kosovares era de 300.000 personas, aproximadamente. Un mes después el número de refugiados había aumentado a 657.000 personas (datos del ACNUR del 21 de abril de 1999), 357.000 en Albania, 130.000 en Macedonia y 70.000 en la República Yugoslava de Montenegro. Una vez más la población civil (mayoritariamente albanesa en este caso, pero también serbia) es quien padece las consecuencias de la guerra. No tienen voz, no deciden nada, pero siempre pagan.



TRES PASOS PARA LA PAZ EN KOSOVO

International Crisis Group.

Nota de l’Observatori Solidaritat : International Crisis Group es una organización privada multinacional establecida para ayudar a mejorar la capacidad de resolver situaciones conflictivas en la comunidad internacional. Esta organización está dirigida por un antiguo senador de los EUA, el Sr. George Mitchell.

Para International Crisis Group existen tres prerequisitos indispensables para que un posible acuerdo para Kosovo pueda llegar a buen puerto. Que sean indispensables no quiere decir que sean suficientes, pero para el ICG con la ausencia de cualquiera de estos requisitos el acuerdo a que se pueda llegar, difícilmente será estable.

1. El acuerdo político interino ha de contemplar la retirada de la policía y el Ejército serbio de la provincia de Kosovo (al menos hasta el punto acordado el 13 de octubre de 1998). Esto sería necesario para retirar de Kosovo a los culpables de acciones como la matanza de Racak, y para permitir el trabajo de los verificadores internacionales y las organizaciones humanitarias internacionales. Las fuerzas de seguridad de Serbia han entorpecido y obstaculizado el trabajo y las investigaciones de los trabajadores internacionales desde que se aprobó su misión (con el acuerdo de las autoridades de Belgrado). Por otro lado, el ICG cree que esto generaría una atmósfera de seguridad en la población albanesa que evitaría el recurso a la resistencia armada. A cambio, los albaneses kosovares se habrían de comprometer a salvaguardar la seguridad de todas las minorías étnicas presentes en Kosovo, con especial atención a la minoria serbia.

2. El despliegue de una fuerza militar de la OTAN en la provincia de Kosovo con capacidad de actuación, con el objetivo de velar por el cumplimiento de cualquier acuerdo a que se pueda llegar, y para mantener la seguridad sobre el terreno. Esta es sin duda, una de las condiciones más difíciles de aceptar por las autoridades serbias. Pero para el ICG, solamente una fuerza militar armada podría detener la violencia. La experiencia de la misión de los verificadores desarmados ha demostrado que no tienen capacidad de detener los enfrentamiento y hacer cumplir los acuerdos de alto-el-fuego. Esta condición más la primera (retirada de Kosovo de las fuerzas de seguridad y el Ejército Yugoslavo) haría posible aplicar con garantías cualquier acuerdo a que puedan llegar las partes.

3. El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia habría de tener acceso a la zona para poder investigar los crímenes cometidos por todas las partes. El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia habría de poder ampliar su jurisdicción a Kosovo, para investigar y perseguir tanto a los responsables directos como los indirectos (aquellas personas bajo el mando de las cuales se cometieron las atrocidades) de crímenes contra la humanidad. Esta circunstancia coincide con el punto de vista del Grupo de Contacto, ningún acuerdo evitará que los responsables de estos crímenes se pongan a disposición de la justicia.

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