Tras las independencias, los nuevos Estados se debaten entre diferentes ideologías, predominando en el mundo árabe el nacionalismo (panarabismo) y el socialismo árabe. Posteriormente, el fracaso de los nuevos Estados por superar sus conflictos y contradicciones supondrá el surgimiento y expansión del islamismo, que se presenta como única alternativa real a los regímenes existentes.

En la República Árabe Democrática Saharaui (RASD) se mantiene la confluencia entre dos corrientes ideológicas: socialismo e islamismo.

La Constitución de la República Árabe Saharauí Democrática (RASD) supone una apuesta por "un modelo de progresismo democrático y socialista, respetando los valores tradicionales del Islam". La religión del Estado es el Islam, la fuente de sus leyes, aun cuando se reconoce la libertad de creencias. El carácter socialista que caracterizaba la anterior constitución se disuelve en ésta. Pero aún así, esta constitución se sigue caracterizando por ser una apuesta que tiene como finalidad "un modelo de progresismo democrático y socialista, respetando los valores tradicionales del Islam".

Según los saharauis, los países islámicos siguen el Islam pero se acepta que sobre éste existen diferentes interpretaciones. La tradición religiosa saharaui corresponde con la vieja tradición islámica del luchador del desierto que evoca las luchas del profeta Muhammad. El pasado nómada de los saharauis y la adaptación de las prácticas religiosas a las condiciones ambientales (al desierto) pueden explicar parcialmente la concepción de la religión por los saharauis. Pero en definitiva, la religión se dirime con un "todo queda entre la persona y Dios" o con un "cada uno responde ante Dios", es decir, se trata de una práctica individual, privada. De aquí que los saharauis no hayan construido lugares de culto colectivo. El Islam aboga por la distribución de las riquezas para todo el mundo de una manera equitativa y es en este punto dónde se pueden encontrar más parecidos entre socialismo e islamismo.

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