Artículo 26
Toda persona tiene derecho a la educación. La
educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción
elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria.
La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada;
el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función
de los méritos respectivos.
La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad
humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la
amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos;
y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones
Unidas para el mantenimiento de la paz.
Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación
que habrá de darse a sus hijos.
La educación es considerado por Naciones
Unidas como un elemento central para el desarrollo de la persona. Pese
a ello, los niveles educativos en muchos países dejan mucho que desear
y, mayoritariamente, están en función de la capacidad adquisitiva
de las personas. De esta manera, a mayor capacidad adquisitiva se incrementan
las posibilidades de acceder a una educación de más nivel y
mejor calidad. Todavía se identifican bolsas de población analfabetas,
millones de niños no pueden ir a la escuela y formarse, la educación
primaria no es gratuita a nivel mundial. En general, la educación no
llega a la mayoría de la población del planeta. Tal y como se
indica en diversos informes
de organismos internacionales:
‘... Esas desigualdades en lo que toca a ingresos tienen un fiel reflejo
en las relativas al acceso a la educación y a la asistencia escolar,
y cuando ésta es posible, en lo que se refiere al aprovechamiento de
la enseñanza dispensada. Aunque las tasas de matrícula en la
enseñanza primaria son altas en la mayoría de los países,
la participación en los programas dedicados al desarrollo de la primera
infancia, en la educación superior y, en menor medida, en la secundaria
sigue estando dominada por las categorías de ingresos superiores’.
Asimismo, en el Informe se argumenta que ‘como la educación es un determinante
fundamental de la calidad de vida, así como de la productividad y de
la empleabilidad de los individuos, la situación actual, en la cual
las oportunidades de los niños dependen tan directamente de la posición
socioeconómica que ocupan sus padres, no puede menos que desembocar
en una pobreza hereditaria. El alza de los salarios relativos de las personas
más instruidas y calificadas tiende a exacerbar la ya muy desequilibrada
distribución del ingreso en algunos países.’ (Informe Regional
de Países sobre América Latina y el Caribe del año 2000)
A su vez, en las últimas décadas se visualiza la educación
como un instrumento para la enseñanza de valores como la solidaridad,
el respeto de los derechos humanos, el respeto a la dignidad de las personas,
etc. De ahí el nacimiento y consolidación de lo que se conoce
como educación para el desarrollo, educación para la paz, en
derechos humanos, etc. Tal y como se indica en el Informe Regional de Países
sobre América Latina y el Caribe del año 2000: ‘... Esas desigualdades
en lo que toca a ingresos tienen un fiel reflejo en las relativas al acceso
a la educación y a la asistencia escolar, y cuando esta es posible,
en lo que se refiere al aprovechamiento de la enseñanza dispensada.
Aunque las tasas de matrícula en la enseñanza primaria son altas
en la mayoría de los países, la participación en los
programas dedicados al desarrollo de la primera infancia, en la educación
superior y, en menor medida, en la secundaria sigue estando dominada por las
categorías de ingresos superiores’.