La presencia colonial española en el Sahara
Occidental data de finales del siglo pasado, cuando las expediciones de
Emilio Bonelli con el establecimiento, en 1884, de tres factorías
en Río de Oro (Villa Cisneros), Badía de Cintra o Angra de
Cintra (Puerto Badía) y Cabo Blanco (Medina Gatelli). En 1900, se
delimitaron las fronteras de la nueva colonia con Francia que, como potencia
europea en la región, consiguió sustraer del Sahara Occidental
e incorporar a Mauritania la región de la Sedkha Idjil. En 1920,
el gobernador político militar de la colonia de Río de Oro,
capitán Franciso Bens, completa la ocupación del litoral
sahariano desde Cabo Juby (en la zona sur del Protectorado español
en Marruecos) hasta La Güera, en los límites con Mauritania.
De esta manera, cincuenta años después de las expediciones
de Bonelli, se completaba la ocupación española del Sáhara
Occidental. Un poco más tarde, en 1947, el descubrimiento de importantes
reservas de fosfatos y el inicio de la explotación del yacimiento
más importante (Bu-cráa, descubierto en 1960) añadirían
valor económico al valor estratégico que ya tenía
la colonia y alentaron la voluntad de permanencia de los sucesivos gobiernos
franquistas, que no dudaron en utilizar soluciones administrativas de dudosa
legalidad. Así, en 1961, para intentar evitar la aplicación
al Sahara Occidental de la resolución
1514 de Naciones Unidas, se decretará la conversión del
territorio en provincia española.
Antes de la colonización los saharianos configuraban "una verdadera formación social sahariana precapitalista, bien diferenciada de todos los grupos sociales vecinos". La colonización meter en administraciones diferentes las tribus que configuraban el pueblo de los grandes nómadas saharianos que hoy se encuentran integradas -i no necesariamente siempre de forma conflictiva- en varios Estados, Marruecos, Argelia, Mauritania y Mali. Asimismo, una parte de este pueblo de grandes nómadas permaneció bajo el dominio colonial español hasta mucho más tarde que los saharianos de los países vecinos. Es un matiz que se ha de tener en cuenta. De la misma manera que los otros saharianos se hicieron -de buen grado o por la fuerza de los hechos consumados- argelinos, marroquíes o mauritanos, los saharianos del Sáhara Occidental se hicieron saharauis en la década de los sesenta y en los primeros setenta en lucha contra el colonialismo español.
En efecto, una década después de que
una acción conjunta de los ejércitos español y francés
(operaciones Écouvillon y Teide) acabase con un alzamiento
que se produjo de 1957-1958 el nacionalismo sahraui hacía acto de
presencia a través del movimiento organizado por Bassiri
(Mohamed Bachir Uld Sidi Brahim), el Frente de Liberación del Sahara
(FLS). El joven nacionalismo sahraui forjará su identidad en la
lucha contra el colonialismo, reclamará la celebración del
referéndum de autodeterminación previsto en la resolución
1514 de Naciones Unidas (XV Assemblea General,1960) y pedirá
la aplicación en el Sahara Occidental del principio de intangibilidad
de las fronteras heredadas del colonialismo según el acuerdo adoptado
por la Organización de la Unidad Africana en 1964. En este camino
chocará, muy pronto, con las pretensiones del más antiguo
y estructurado nacionalismo marroquí, que hará del irredentismo
territorial y del "Gran Marruecos" de Allal El-Fassi una cuestión
de Estado.
Las operaciones bélicas alcanzaron su máxima
intensidad en los primeros años del conflicto, especialmente, a
partir de 1979, cuando la retirada de Mauritania permitió al Frente
Polisario intensificar las acciones contra el ejército marroquí
y, ad hoc, actuar en el sur de Marruecos. En esos momentos, el Polisario,
gracias a la ayuda argelina y libia, contaba con un armamento moderno y
un parque móvil que le permitía practicar ataques sorpresa
y llevar a cabo una guerra de guerrillas altamente desmoralizadora y costosa
para el ejército marroquí. Asimismo, a partir de 1981, cuando
Marruecos acaba la construcción del primer muro de contención,
el conflicto entra en una nueva fase: la guerra estática. Los muros
permiten a Marruecos proteger los núcleos que consideran más
vitales o importantes y, al mismo tiempo, con coste inicialmente relativamente
elevado pero decreciente, preserva a sus tropas que, parapetadas tras los
muros, eluden el enfrentamiento directo con el Ejército de Liberación
Popular Saharaui que, progresivamente, se ve obligado a fijarse sobre el
terreno, perdiendo así buena parte de su capacidad de maniobra y
sopresa.
El Plan de Paz se proponía como "objectivo fundamental" permitir al "pueblo del territorio del Sahara Occidental ejercer su derecho a la libre determinación, sin restricciones militares o administrativas de cualquier tipo, optando por la independencia o la integración en Marruecos" a través de la celebración de un referéndum, de acuerdo con las distintas resoluciones emitidas por la ONU desde 1960. La base para establecer los votantes en el referéndum era, inicialmente, el censo español de 1974. Asimismo, el tiempo transcurrido desde la elaboración del censo aconsejaban admitir alguna modificación del mismo. El 19 de diciembre de 1991, un último y polémico Informe del entonces Secretario General de Naciones Unidas (su mandato finalizaba el 31 de diciembre), Pérez de Cuéllar, introducía estas modificaciones y ampliaba abusivamente los criterios de saharauidad que permitían solicitar la indetificación para participar en el referéndum. La lógica negativa del Polisario a aceptar los nuevos criterios de saharauidad (cosa que finalmente hizo según el Informe del Secretario General de 24 de noviembre de 1993) y las reiteradas maniobras dilatorias de Marruecos, como por ejemplo la inclusión del Sahara Occidental entre los distritos electorales municipales y legislativas de 1992 y 1993 y en el referéndum constitucional de 1992, ajornaron la celebración del referéndum de autodeterminación, inicialmente prevista para enero de 1992.
El nuevo Secretario General, Boutros Ghali, y su Representante General Adjunto y Presidente de la Comisión de Identificación de la MINURSO, Erik Jensen, continuaron, a lo largo de los años 1992 y 1993, las conversaciones con Marruecos y el Polisario para intentar llegar a un acuerdo sobre la aplicación del Plan de Paz. Finalmente, el 3 de noviembre de 1993, Erik Jensen anunciaba oficialmente el inicio del proceso de indentificación e inscripción y, unos meses después, el 12 de julio de 1994, el Informe del Secretario General fijaba como nueva fecha de celebración del referéndum el 14 de febrero de 1995.
La ONU responde en 1994 con una política de hechos consumados a la falta de acuerdo entre Marruecos y el Frente Polisario sobre la base censal del referéndum de autodeterminación. El 28 de agosto abre dos oficinas de la MINURSO. Éstas inician, en El Aaiún y en los campamentos, la identificación de los votantes y la expedición de credenciales. El proceso se realiza de manera metódica y de acuerdo con la ordenación en tribus y fracciones característica de los nómadas del desierto. Se trata de un proceso complejo que se realiza con todas las garantías posibles y su independencia está asegurada por la mediación de los funcionarios de la MINURSO.
La Comisión de Identificación de la MINURSO continuó las tareas de indentificación durante la primera mitad de 1995. Sin embargo, apartir de septiembre el proceso empezó a paralizarse, una vez habían sido identificadas la mayoría de las personas que figuraban en el Censo español de 1974. Finalmente, en el Informe de 19 de enero de 1996, el Secretario General reconocía que el proceso de identificación se había parado al no ponerse de acuerdo las partes en proceder a la identificación de todas las solicitudes todavía pendientes y, especialmente, de las 100.000 procedentes del sur de Marruecos. En suma, en el momento de paralizarse el proceso de identificación , la Comisión había identificado un total de 60.257 de las 76.992 personas convocadas y quedaban todavía por convocar unos 174.000 solicitantes.
En mayo de 1996, dos días antes de expirar el ultimátum dado a las partes para llegar a un acuerdo, el Consejo de Seguridad de la ONU votó unánimamente suspender el proceso para la realización del referéndum y redujo los cascos azules destacados en la región. En estos meses, ni la mediación de los EUA consiguieron hacer avanzar las negociaciones: el Polisario se negaba a participar en la identificación de los individuos de unos grupos censales minoritarios en el censo de 1974 pero muy representantes entre las solicitudes avaladas por Marruecos. El Secretario Geneal de la ONU en su informe en de mayo de 1996 (S/1996/343) constata que “persiste el estancamiento en el proceso de indentificación” y que “no existe la voluntad de prestar a la MINURSO la cooperación para (...) concluir en un plazo razonable de tiempo”. En consecuencia, recomienda “suspender la tarea de la Comisión de Identificación y reducir en un 20% los efectivos del componente militar dado que actualmente no se dan las condiciones para alcanzar el objetivo final del Plan de Paz, es decir, la celebración de un referéndum libre y limpio”.
El fracaso de Naciones Unidas para conseguir la realización del referéndum y conducir a buen puerto el Plan de Paz del Sahara Occidental se hizo patente y no constituía ningún consuelo afirmar que “es necesario seguir intentando solucionar el estancamiento de la situación a la que se ha llegado en el Sahara Occidental y consolidar los logros consrguidos al haberse indetificado más de 60.000 solicitantes y haber reunido amigos y familiares que no se veían desde hace veinte años”. El ya frágil prestigio de Naciones Unidas en el Tercer Mundo se verá, sin duda, afectado negativamente por este nuevo tropiezo y se demostrará, una vez más, que los acuerdos sólo son posibles cuando se imponen porque convienen a los intereses de EUA, de la UE o de otras potencias y, ni siquiera así, se puede excluir un camino lleno de incertidumbres.
En ese momento el fracaso también afectaba a las partes implicadas que no supieron -o no quisieron- reemplazar la dialéctica del enfrentamiento y la falta de comunicación para el diálogo y la negociación. Se trata, ciertamente, de una responsabilidad desigualemente compartida donde al más fuerte le corresponde un mayor cuota de responsabilidad en el fracaso en la medida en que goza desde el principio de una situación de fuerza (territorial, material, política y de presión internacional) superior. La congelación del Plan de Paz favoreció enormemente a Marruecos porque consolidó el statu quo, es decir, un Sahara Occideental bajo administración marroquí y una población saharaui -la que ha sido censada e identificada- dispersa entre el territorio bajo control de Marruecos (el 46%), los campamentos de refugiados de Tinduf (el 44%), Mauritania (el 8%) y Marruecos (el 2%). Desafortudamente, el paso de los años debilita las razones primigenias y desdibuja las acciones de fuerza que han generado una situación injusta.
En mayo de 1997 el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba una resolución (S/RES/1108/1997) en la que el Consejo insta a las partes, Marruecos y Frente POLISARIO a que continúen cooperando con el enviado especial James Baker III en el cumplimiento de su misión. Baker visitó la zona de la Misión e informó que ninguna de las partes había indicado la disponibilidad de llegar a una solución política que no fuese la aplicación del plan de acuerdo.
El cronograma
estimado para la implementación de acuerdo con el informe de Secretario
General (S/1997/882)
marca el 7 de junio de 1998 com el día en que la Comisión
de Identificación publica la lista consolidada de saharauis con
derecho a voto. La Unidad Militar inicia el período de confinamiento
para las tropas. Las tropas marroquís presentes en el Territorio
se reducen a un máximo de 65.000 y se confinan a lugares designados.
El 14 del mismo mes el gobierno marroquí había de proclamar
la amnistía para los detenidos políticos saharauis. Los prisioneros
de guerra serán liberados bajo el auspicio del CICR. A finales de
julio se tendrían que haber designado todos los lugares y rutas
de repatriación así como el Representante Especial emitir
la lista final de personas con derecho a voto. El cronograma estimado marca
de esta manera las fases necesarias para que le 7 de diciembre de 1998
se realizase el Referéndum. Pero, una vez más, parece ajornarse
su celebración prevista para el 7 de diciembre de este año.
El nuevo retraso, provocado por razones técnicas y, sobre todo,
por la falta de acuerdo político entre Marruecos y el Frente Polisario,
representa otro goteo de desesperanza y desilusión para una población
sometida a las condiciones de vida límite de un campamento de refugiados.
Y, asimismo, parece que el conflicto llega a su fin, porque la experiencia
demuestra que el fracaso de la diplomacia europea, regional o de la ONU
favorece la mediación de Washington que, primero, se hace necesaria
y, después, irreversible.
Bajo los auspicios del Enviado Personal (James Baker III), se mantuvo una serie de conversaciones directas entre las partes en torno a los obstáculos de la implementación y su evaluación. Ante el espíritu de cooperación que se observaba por ambas parrtes, se convocaron diferentes encuentros donde se trataron las materias que habían bloqueado el proceso. Estas conversaciones tuvieron lugar en Londres, Lisboa y Houston (Texas). En septiembre de 1997, el Secretario General informó que los acuerdos habían sido posibles, y que por tanto recomendaba que la MINURSO procediera con la implementación del Plan, empezando por la finalización del proceso de indentificación.
El 20 de octubre de 1997, el Consejo de Seguridad, en su resolución 1133 (1997), decidió extender el mandato de la MINURSO hasta el 20 de abril de 1998. También pedía al Secretario General que se continuasen los trabajos de identificación con el ánimo de finalizarlos antes del 31 de mayo de 1998, y a informar detalladamente del calendario de implementación del Plan y las implicaciones financieras de todo el proceso del referéndum, no más tarde del 15 de noviembre de 1997. En enero de 1998, el Consejo de Seguridad extendió el mandato de la MINURSO al 20 de julio de 1998 para permitir la continuación de la tarea de identificación. También comunicó al Secretario General que en cuanto estuviera finalizado el proceso de identificación se desplegaría personal militar y de policía adicional para apoyar la tarea de la MINURSO en las siguientes fases de implementación del Plan.
En junio de 1998, el Secretario General informó al Consejo de Seguridad (S/1998/534), que durante el mes de mayo de 1998 habían sido identificados por la MINURSO un total de 13.811 solicitantes. Con fecha del 14 de junio de 1998, habían sido convocados para la identificación un total de 96.252 solicitaantes, de estos, 67.360 volvieron a la Comisión de Identificación para ser entrevistados. Todos estos, más los 60.112, que ya habían sido identificados en la primera fase del proceso (Agosto de 1994 - Diciembre de 1995), aportaban un total de 127.472 personas identificadas. Sólo unos 20.000 solicitantes de tribus diferentes a los grupos tribales H41, H61 y J51/52 esperaban todavía para ser convocados. Al mismo tiempo, la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) continuaba con sus trabajos preparatorios para la repratiación de los refugiados saharauis, como estaba previsto en el Plan acordado. UNHCR planificó el plan regional de repratiación en Ginebra del 25 al 27 de mayo, con la participación de la MINURSO y el Programa Mundial de Alimentos (World Food Program, WFP). UNHCR continuaba al mismo tiempo con los trabajos de registro en Mauritania y en los campos de refugiados de Tindouf.
El Informe del Secretario General en el Consejo de Seguridad del 10 de julio de 1998 (S/1998/634), constataba que durante el mes de junio de 1998 la MINURSO había identificado un total 13.142 personas. Así desde el principio del processo de indentificación habían sido convocadas 104.200 personas, de éstas 75.555 volvieron para ser entrevistadas. todo esto, más las 60.112 identificaciones de la primera fase, daba un total de 135.667 personas identificadas.
La resolución del Consejo de Seguridad (S/RES1185/1998),
de 20 de julio, deja la puerta abierta a una nueva mediación de
Baker para encontrar una solución a las 65.000 solicitudes de los
cuatro grupos censales sobre los que no hay acuerdo. Su aceptación
conduciría al Frente Polisario a un camino sin salida, porque la
inclusión de miles de miembros de tribus del sur de Marruecos multiplicaría
por tres la base censal de 1974. Así, lo único que podría
desbloquear el proceso es la negociación directa entre las partes
donde Baker intentará conseguir la cuadratura del círculo:
propiciar una acuerdo favorable a Marruecos pero, a la vez, aceptable para
el Frente Polisario.
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