LA DESERCIÓN EN EL CONFLICTO DE KOSOVO
El dia 19 de mayo se anunciaba en los medios de comunicación la primera
deserción masiva en el ejército serbio. Mil reservistas de la ciudad
de Krusevac decidían abandonar sus posiciones en Kosovo y volvían
a casa. Hasta entonces nada se sabía de la gente que se había negado
a incorporarse a filas o que habían desertado. Hay que decir que este no
fue un caso aislado durante la guerra, pero sí el primero de varios que
se fueron sucediendo como también fueron numerosas las deserciones individuales
y las no incorporaciones desobedeciendo la llamada a filas. Después de
este episodio de los reservistas de Krusevac, presentado en algunos medios de
comunicación como una victoria de la campaña de propaganda de la
OTAN, poca cosa más se ha dicho sobre los desertores e insumisos serbios.
Con este escrito pretendemos presentar las informaciones que en torno a este tema
hemos ido recogiendo. Buena parte del documento se basa en los informes elaborados
desde "Safe House", un proyecto que pretende llamar la atención sobre la
problemática en que viven actualmente los desertores de la guerra de Kosovo:
juicios, condenas, incertidumbre, ignorancia, cuando no menosprecio de la comunidad
internacional. Para un seguimiento del trabajo de "Safe House" podéis consultar
la página web de la Internacional de Resistentes a la Guerra (War
Resisters International).
Los desertores de Kosovo
Según "Safe house", y basándose en datos recogidos sobre el terreno y procedentes de diversas fuentes, existen aproximadamente unos 23.000 casos en tribunales militares por delitos relacionados con la guerra de Kosovo y la intervención de la OTAN. La mayor parte de estos casos se presentan con cargos referidos al artículo 20 del código criminal de la República Federal Yugoslava, siendo cargos del tipo "no responder a la llamada a filas", "evitar el deber militar por mentira o mutilación", "no obedecer órdenes durante el combate" y también por deserción. Cabe señalar que el ordenamiento jurídico referente a estos casos fue revisado y se aumentaron las condenas por los supuestos anteriormente citados. Seguramente, las autoridades yugoslavas no estaban dispuestas a repetir la experiencia de la guerra de Bosnia, cuando miles de reservistas se negaron a ir al frente y se dieron numerosos casos de deserciones individuales y colectivas. 1
Según otras fuentes, existen probablemente unos centenares, quizá unos dos mil, presos por los delitos anteriores, así como 12.000 casos abiertoos en tribunales militares, en Serbia. Los desertores e insumisos presos se encuentran en las prisiones de Zabela-Pozarevac, Sremeska Mitrovica y Nis; las condenas, con variaciones, suelen ser de 5 años de reclusión.
Merece una mención especial el caso de los reservistas de Montenegro, República integrante junto a Serbia de la actual República Federal Yugoslava. Hay que recordar que durante toda la guerra la posición neutral de Montenegro, tradicional aliada de guerra de Serbia, le valió fuertes críticas por parte del gobierno yugoslavo, con constantes amenazas de intervención armada de Belgrado. La difícil posición del gobierno montenegrino hizo pensar más de una vez en la posibilidad de una guerra civil para llevar a Montenegro hacia la independencia. Con una ciudadanía dividida en lo referente a la intervención de la OTAN, todavía hoy es un foco de inestabilidad en la frágil situación de los Balcanes que hay que seguir con atención. Según el "Helsinki Comitee for Human Rights" de Montenegro existen 14.000 casos pendientes en los tribunales militares contra ciudadanos de Montenegro por desobedecer la llamada a filas. Según esta fuente, el régimen de Slobodan Milosevic utilizó la movilización de reservistas en esta república para presionar a sus adversarios políticos. Al principio de la guerra, Predag Bulatovic, líder del partido montenegrino pro-Milosevic declaró que tenía 24.000 soldados y reservistes para entrar en combate, pero lo cierto es que la movilización en Montenegro no fue en absoluto masiva. En la localidad de Cetinje, de la que se disponen de datos, no se movilizaron más que a un 30% de reservistas, que aumentó al 70% posteriormente por la presión y amenazas a que eran sometidos los que no se incorporaban al ejército.
A parte de las deserciones y no incorporaciones todas las fuentes citan las causas pendientes de gente que alegan que no se les notificó correctamente o no se les hizo llegar la orden de incorporación. Se calcula en unos 10.000 los jóvenes que eludieron la llamada convirtiéndose en desplazados internos. Su situacion legal es un tanto diferente en lo referente al tratamiento que da el tribunal militar. Aún así, la condena por este hecho puede llegar también a los cinco años de prisión.
Las autoridades militares o civiles de Serbia no han proporcionado ninguna información sobre el número o identidad de los desertores encarcelados o evadidos. Tampoco se ha dado ningún tipo de información sobre los que mataron en Serbia o Kosovo durante la guerra. La única excepción fue el caso de Kragujevac donde durante el primer mes de bombardeos, el ejército hizo público el nombre de los que rehuían la movilización, con la intención de humillarlos. Después, el número aumentó tanto que quien realmente quedaba humillado era el ejército, por lo cual se dejó de hacer público el nombre de los desertores, con la única excepción durante toda la guerra y por toda Serbia de los casos de activistas políticos conocidos. El resto permance en secreto, tanto cargos, como número.
La situación actual de los desertores
En la actulidad, además de los casos ya juzgados y con sentencia, lo cual supone muchos reservistas en la prisión, hay muchos desertores escondidos por Serbia, convertidos en desplazados internos y también muchos refugiados en otros países en espera de solucionar su situación. Según declaraciones del Comité Yugoslavo de Abogados por los Derechos Humanos, la situación jurídica de los que abandonaron el país empeora, porque al declararse el estado de guerra se requería la inscripción de cualquier cambio de residencia. Este punto permite a los tribunales militares acusar a aquellos que permanecieron en el extranjero en tiempos de guerra y no se inscribieron en la embajada más cercana como reservistas.
La mayoría de desertores huyeron a Hungría antes de que la frontera quedase definitivamente cerrada para los hombres entre 18 y 60 años (el día 29 de marzo). Buena parte de ellos se hubieron de quedar en este país por restricciones en el visado y muchos de ellos se encuentran en estos momentos en una situación incierta, ya que no se les ha concedido el estatuto de refugiado y corren el riesgo de ser repatriados a Serbia -cuando les caduque el visado- en donde tienen causas pendientes con la justicia, motivadas por su deserción. Desde "Safe House", se reclama una ley de amnistía u otras garantías que les permitan volver a su casa, o bien, la posibilidad, en algunos casos, de poder marchar a un tercer país, en donde puedan conseguir la condición de refugiado. En los campos de refugiados húngaros, quedan todavía un millar de serbios, y se calcula que una tercera parte de estos son desertores. Durante el bombardeo de la OTAN, todo ciudadano yugoslavo tuvo el derecho a permanecer en los campos, pero ahora este derecho desaparece. También en Hungría hay un número incierto de yugoslavos en la prisión por haver cruzado la frontera ilegalmente.
La situación de los desertores exiliados es penosa, no sólo no se les reconoce el estatuto de refugiado sino que además no reciben ningún tipo de ayuda por parte de ninguna institución o gobierno. Hasta que miembros de "Safe House" no entraron en los campos húngaros de refugiados, nadie había hablado con ellos. Entre las entrevistas que realizaron, son frecuentes los casos de desertores que, tras haberse entrevistado con autoridades húngaras o internacionales a las que les explicaron su situación, se encuentran con la sorpresa de que les dicen que no hay lugar para ellos, que su deber era defender su tierra.
Finalmente, los oficiales que lideraron la deserción de los reservistas de Krusevac, Bratislav Debeljakovic, Miroslav Markovic, Sladjan Vidojevi y Dobrivoje Mladenovic se encuentran actualmente en prisión, acusados de abandonar las posiciones militares. También está en marcha la investigación para determinar quiénes fueron los organizadores de otra rebelión masiva en Kraljevo.
Respecto a los partidos políticos, los únicos que apoyaron la deserción abiertamente y que ahora son los únicos que reclaman una ley de amnistía son los minoritarios Alianza Húngara de Vojvodina y los Liberales Montenegrinos (independentistas). Dado que muchos de los medios de comunicación todavía están prohibidos o no han podido reemprender sus labores tras las pérdidas ocasionadas por el bombardeo de la OTAN, tampoco existe ningún debate ni crítica al respecto de la guerra o de una posible ley de amnistía para los desertores.
El mundo tendría que ayudar
Si sobre el campo de batalla sólo quedasen los señores generales, la guerra acabaría rápidamente. Sin soldados no habría ejércitos, sin ejércitos no habría guerras.
En tiempos de paz, el militarismo es un problema por lo que representa de desigualdad y destrucción, por su intromisión en la vida civil, aportando valores tan productivos como el machismo, autoritarismo, homofobia, negación del individuo y de la capacidad de crítica (desneuronización mental)... pero es en tiempo de guerra cuando su capacidad de servicio público se multiplica aportando riqueza, sobre todo a la industria armamentista e instruyendo al pueblo en el uso de un nuevo vocabulario que enriquece nuestra lengua: daños colaterales, armas inteligentes, misión humanitaria... No podemos esperar que los militares detengan una guerra, tampoco los burócratas, por lo que la solución recae en el pueblo. Impulsar la deserción es querer detener la guerra, y cualquier compromiso en este sentido lleva a un cuestionamiento frontal contra la guerra. Los desertores son la paz, no la ausencia de guerra. El acto de desertar, pese a que cada desertor es un mundo, es una acto de denuncia de la guerra. Un acto de desobediencia civil que pone al descubierto toda la hipocresía occidental cuando se cuestiona la guerra por sus efectos y no por sus causas. Hay que generar redes de apoyo y ayudar a todos aquellos que toman este compromiso para un mundo mejor. Hace falta que los gobiernos pongan finalmente de acuerdo sus actos y sus discursos, no tiene sentido que, al mismo tiempo que condenan una guerra se nieguen a hacer un gesto en favor de los desertores/as y de los insumisos/as y que los expulsen de sus países.
No hemos de olvidar nunca que las estadísticas son frías, pero llevan detrás personas que conviven con dramas individuales y situaciones que no nos pueden dejar insensibles.
"Allí donde sólo se puede optar
entre la acusación por traición cobarde y la glorificación
por el asesinato heroico no cabe el ser humano"
-del libro de epitafios "Tumba para Miroslav
Milenkovic"
Fernando Chavarria Fores
Assemblea d'Insubmisos/es de Barcelona
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