Las violaciones de los derechos humanos en Chiapas

Según la Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos, Todos los Derechos para Todos, las violaciones de los derechos humanos en Chiapas se contextualizan dentro de un marco de lucha por la tierra, es decir, dentro de un contexto de conflicto agrario que, en muchas ocasiones, ha desembocado en una toma de tierras "ilegal" por parte de los indígenas. Esta toma de tierras ha generado diferentes problemas, y entre los más graves se pueden detectar enfrentamientos (1.332 registrados entre 1989 y 1993), aunque también se ha informado de desalojamientos realizados por las fuerzas estatales del orden. Además, el conflicto agrario ha causado, según el informe de 1996, más encarcelamientos de indígenas y campesinos que la lucha contra el narcotráfico.

El 1998 se vuelve a registrar en Chiapas, Oaxaca y Guerrero un incremento de las violaciones de los derechos a la vida, a la integridad y a la libertad personal.

Según el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria OP y la Comisión Mexicana de Defensa y Promociónn de Derechos Humanos AC, si en el pasado las violaciones del derecho a la vida (ejecuciones extrajudiciales y arbitrarias) se habían producido de manera individualizada, parece que a partir de 1998 se introduce un nuevo elemento: las ejecuciones colectivas. Únicamente hace falta ver los casos de Acteal en Chiapas o del Charco en Guerrero. Asimismo, en estas ocasiones no se han resuelto judicialmente estos casos y no se ha aclarado, según Amnistía Internacional, la presunta responsabilidad de las autoridades en las ejecuciones extrajudiciales.

Además, y en función de lo que dice la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), en 1998 las zonas del Estado de Chiapas en que la situaciónn de los derechos humanos era más crítica eran Norte, Altos y Sierra Madre de Chiapas. Estas tres zonas se caracterizan por un clima de violencia propiciado por la aparición y actuación de grupos paramilitares que aterrorizan a la población civil. La actuación de los grupos paramilitares ha generado muchas muertes, permanece impune y en ocasiones se realiza con la complicidad pasiva, y aun activa, del ejército y de las autoridades.

Asimismo, la militarización de Chiapas (ocupación militar e injerencia del ejército y de otras instancias de seguridad pública), justificada en los ámbitos federal y estatal como una medida de protección de la población, ha tenido dos efectos principales: una suspensión de hecho de las garantías constitucionales de los habitantes del Estado (en especial de la población indígena y campesina), y la creación de un clima de inseguridad y de descomposición social entre las comunidades de Chiapas. En este último sentido, la actuación de los paramilitares también es importante porque crea situaciones conflictivas dentro las mismas comunidades, ya que introducen elementos de discordia y de enfrentamiento entre los miembros de la comunidad, en especial entre los afiliados al PRI (la mayoría de los cuales gozan de ventajas sociales y están protegidos por el ejército) y los opositores. En algunas de las comunidades el conflicto se ha resuelto optando por el establecimiento de municipios "libres" o "rebeldes".

Según señala este informe, el alzamiento zapatista de 1994 y la aparición del EPR en el 1996 han tenido como consecuencias más importantes la utilización de métodos represivos e ilegales como son las detenciones ilegales y arbitrarias, detenciones clandestinas y secuestros, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, etc., que están acreditadas por diferentes organizaciones, entre las cuales están la Organización Mundial Contra la Tortura.

También se han detectado una serie de irregularidades en los procesos judiciales, que van desde la aceptación de confesiones obtenidas bajo tortura hasta la aceptación de procesos en los cuales los indígenas monolingües no disponían de intérpretes. Según el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas la impartición de la justicia tiene relación con la afiliación política de agresores y víctimas en el caso que los crímenes no queden impunes y, en este caso, los favorecidos en las sentencias serían los afiliados al PRI y no los considerados como opositores. La impunidad de los crímenes y de los criminales, y la repetición de actos que suponen una violación de los derechos humanos, implican la existencia de una falta de voluntad política para aclarar estas actuaciones y castigar los culpables.

La FIDH también denuncia que la represión afecta sobretodo a dirigentes sociales, maestros rurales bilingües, miembros de organizaciones campesinas, miembros de asociaciones para la defensa de los derechos humanos, miembros del PRD, etc. Asimismo, se agudiza el importante conflicto agrario de Chiapas a causa del incumplimiento de la Convención 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), ratificada por México y definida como el instrumento más importante para la protección de los derechos indígenas. 
 
 

Las violaciones de los derechos humanos cometidos por el ejército y los grupos paramilitares

La militarización deChiapas implica un grave problema: la violación de los derechos humanos de los habitantes (sobretodo mujeres, indígenas y campesinos) del estado. Onésimo Hidalgo y Gustavo Castro  identificaban en octubre de 1997 toda una serie de acciones llevadas a cabo por el ejército mexicano y enmarcadas dentro de lo que se ha llamado Guerra de Baja Intensidad. De estas acciones destacamos las siguientes: interrogatorios sobre líderes comunitarios, sobre organizaciones y los líderes correspondientes, y sobre el EZLN; acoso sexual a las mujeres y acoso selectivo a miembros de la comunidad; ocupación de escuelas e infraestructura deportiva, y uso de maestros como informadores; acusación a la población de estarse adiestrando militarmente y de realizar maniobras militares en caminos rurales; demolición de viviendas sin orden oficial, robo de pertenencias personales, apoyo económico preferencial, inducción al espionaje, repartimiento selectivo de abono y maíz, etc.

Según el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, las acciones del ejército mexicano se identificaron en relación con un patrón de conducta en el cual se violan uno o más derechos de la población indígena de la zona. En este patrón se engloban violación del domicilio, despojo y daño a la propiedad personal, robo de pertenencias, amenazas, acusaciones falsas o arbitrarias, obstrucción al libre tránsito y parcial detención de la comunidad, trabajo forzado, injerencia en los estructuras comunitarias y violación de los derechos de Chiapas como pueblo indígena, etc. En casi todas las situaciones los autores materiales son conocidos y gozan de total impunidad.

Desplazados

El conflicto de Chiapas ha generado un intenso movimiento de personas dentro del mismo Estado. En 1998 se calculaba que unos 18.000 indígenas se habían desplazado como consecuencia directa del conflicto. Estas personas, que han tenido que dejar las tierras y la casa para huir de la violencia del conflicto, actualmente viven en condiciones pésimas. Muchas de las familias desplazadas han de vivir juntas en viviendas improvisadas y hechas con materiales que se han encontrado, y en condiciones higiénicas infrahumanas. En la mayoría de los casos los desplazados no pueden cultivar la tierra, ya sea porque lo imposibilitan los paramilitares, ya sea porque no hay tierra suficiente. La imposibilidad de cultivar la tierra, fuente básica de alimentos, implica la existencia de enfermedades derivadas de la falta de una alimentación correcta. Asimismo, el desplazamiento o la huida tienen impactos psicológicos importantes. Víctor Campa Mendoza afirma que entre los desplazados o refugiados indígenas (entre los cuales se cuentan muchos niños, ancianos y mujeres) hay "mucha tensión, angustia y desesperación, con síntomas de ataque psicológico por la presencia e intensa inspección de patrullas terrestres y aéreas del ejército". Además, se cree que estas actuaciones del ejército introducen un elemento de destrucción en la comunidad y en la vida social de los indígenas.

Las condiciones de vida de los desplazados son malas y han sido denunciadas en muchas ocasiones por diferentes ONG y también por la diócesis de San Cristóbal de las Casas. Esta diócesis ha expresado en diversas ocasiones el apoyo a los desplazados y ha denunciado a través del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas las condiciones de vida de estas personas y la represión que sufren.

Libertad religiosa en Chiapas

En el ámbito religioso, se ha producido lo que, desde el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, se denomina violaciones al derecho de libertad religiosa. Una de las organizaciones que se han visto afectadas por esta cuestión ha sido la diócesis de San Cristóbal de las Casas. Según el informe presentado por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, entre 1994 y 1997 se han registrado 251 casos que se definen como violación del derecho de libertad religiosa. Según el informe, estos casos se podrían agrupar en diferentes categorías: medios de comunicación oficialistas, artículos y editoriales difamatorias, y actuaciones de las fuerzas armadas y del Gobierno.

Las violaciones de los derechos de las mujeres en Chiapas

En Chiapas la situación de la mujer se caracteriza, según la Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos, Todos los Derechos para Todos, por la existencia tradicional de una situación de discriminación de género. En este aspecto se ha de añadir la existencia de discriminación étnica, que, según el informe, se acentúa en la zona del altiplano de Chiapas. Además de las carencias en los campos lingüístico (la mayoría de etnias son monolingües), educativo (se registran altos porcentajes de analfabetismo), sanitario, económico, etc., que sufren estas mujeres, o precisamente por estas carencias, las mujeres "continúan siendo un blanco especial de la represión y de la violencia sexual, como lo muestran los casos de violación, de asalto, de homicidio, de acoso, etc., que se han denunciado desde 1994".

Defensores de los derechos humanos en Chiapas

En 1996, la Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos, Todos los Derechos para Todos, confirmaba la existencia de acoso y amenazas tanto a defensores de los derechos humanos mexicanos como a extranjeros. En el caso de estos últimos, se ha llegado a hablar de diversos impedimentos, la mayoría relacionados con la gestión del visado. Pero también se denuncian amenazas directas: "Hemos podido constatar que funcionarios de migración amenazan directamente a los extranjeros de deportarlos por "actividades políticas" si no abandonaban voluntariamente el país". Según Global Exchange, la campaña contra los observadores internacionales de Derechos Humanos en Chiapas se ha intensificado durante el año 1998. La utilización indiscriminada del artículo 33 de la Constitución mexicana ha servido de base para la expulsión de los observadores internacionales, que según Global Exchange, "disgustaban al Gobierno mexicano". Según esta ONG internacional, que actúa en la zona de Chiapas, "el Gobierno mexicano ataca a los extranjeros que han dado testimonios de abusos de los derechos humanos en Chiapas".

Tal como recoge el Boletín de Prensa del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas del 3 de marzo de 1999, en Chiapas, la violencia contra los defensores de los derechos humanos está vigente. En aquellos momentos, en el informe se confirmaba la existencia de un incremento de casos de violencia contra las organizaciones de Derechos Humanos y contra sus activistas, en los cuales "el común denominador es el acoso, y la violencia puede explicarse en el contexto de la Guerra de Baja Intensidad que hay en el Estado y en el momento en que se prepara la Consulta Nacional del EZLN". Los activistas de ONG son los principales receptores de amenazas, robos, y daños materiales y personales. Asimismo, las ONG para las que trabajan también sufren daños en diferentes ámbitos, desde el ámbito material (como rotura de vidrios) hasta ataques al posicionamiento contra la violencia. El Departamento de Estado de los Estados Unidos también denuncia esta situación.

Ya en 1996 se denuncia la actividad de injerencia de los medios de comunicación denominados oficialistas -los dominados por el entonces partido del Gobierno (PRI) o que se sentían más cercanos a éste-  y las acusaciones de éstos a las ONG del Estado de Chiapas, a las que se ha llegado a acusar "de defender criminales y de impedir que el estado de derecho pueda establecerse en plenitud en el Estado de Chiapas".

Según la Red de Organismos Civiles de Derechos Humanos, Todos los Derechos para Todos la diócesis de San Cristóbal, que sobresale por su papel como defensora de los derechos humanos, ha tenido que enfrentarse a diferentes ataques. En el informe se dice que los ataques provienen de "grupos locales de poder, de autoridades locales y estatales, y de medios de comunicación de tipo oficialista", y los atacados son agentes de la diócesis que han sido agredidos físicamente o acusados falsamente por funcionarios estatales, tal como lo recoge el informe mencionado.


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