Lo que es local a menudo es el reflejo de lo que
es global, o mexor dicho, la manifestación de un acontecimiento local
está íntimamente relacionado con el futuro histórico
a nivel mundial. Esto, por lo que aquí nos interesa, significa que
los orígenes del conflicto zapatista responden a la crisis política
y económica que vive actualmente el capitalismo, de manera que a
gran escala la rebelión de Chiapas podría enmarcarse en el
contexto del neoliberalismo económico y déficit democrático
que atraviesa la humanidad a las puertas del siglo XXI. Y justamente estos
dos factores se hacen especialmente patentes en México, donde las
continuas políticas de ajuste estructural tuteladas por el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el régimen político corrupto
y autoritario que ha regido los designios del pueblo mexicano, han sido
los principales ingredientes para que los excluidos y los marginados hiciesen
famoso el Ya basta y para que el alzamiento de los indígenas
del Estado de Chiapas desembocase en una crisis económica y política
del país.
La política económica que de ha desarrollado el gobierno mexicano desde mediados de los años ochenta ha respondido a los requerimientos de pago de la deuda externa mediante los ajustes estructurales del FMI, caracterizados por su carácter recesivo. Estas políticas, centradas en medidas de liberalización, privatización y desregularización, han significado un creciente empobrecimiento de la población y el empeoramiento de sus condiciones de vida. La creciente desigualdad económica se pone de manifiesto en el elevado grado de concentración de la riqueza, de manera que el 10% más rico dispone del 40% de los ingresos, mientras que el 10% más pobre no llega al 2%. Y es que al hablar de México, no se puede hablar como de un todo, sino que nos hemos de referir a dos Méxicos, dada la situación de dualismo que caracteriza esta sociedad. Por una parte, encontramos el México moderno, desarrollado, occidentalizado, y por otra, el México profundo, subdesarrollado, pobre. Sin duda, las dos caras de la misma moneda.
Es en este último México donde encontramos
el colectivo indígena, disperso por todo el país, la principal
característica del cual es el subdesarrollo económico y social.
Y refiriéndonos al caso particular de la población indígena
de Chiapas, esto se pone de manifiesto en el hecho de que la tasa de alfabetización
no llega al 50%, los niveles de salubridad están bajo mínimos
y más de la mitad de la población tiene unos ingresos iguales
o inferiores al salario mínimo. Esta situación de pobreza
deriva directamente, igual que en la mayoría de países subdesarrollados
latinoamericanos, del problema de la tierra, principal fuente de ingresos
de la población y garantía de subsistencia. Y es justamente
la defensa de la tierra la clave del conflicto de Chiapas y uno de los legados
más importantes de la revolución mexicana de 1910. Con el
grito de tierra y libertad Zapata denunciaba la creciente desposesión
de tierras a los campesinos a favor de los terratenientes; quedó
desde entonces establecida la propiedad comunitaria de la tierra bajo la
forma de ejidos. A pesar de esto, la reforma agrícola que tenía
que redistribuir las tierras nunca se cumplió, y aunque los campesinos
y los indígenas habían vivido y trabajado las tierras durante
generaciones, no tenían la propiedad legal. Esta situación
se agravó durante las negociaciones del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCNA), cuando el gobierno mexicano reformó
el artículo 27 de la Constitución liquidando definitivamente
la propiedad social de la tierra. Así pues, la extrema concentración
de la propiedad de la tierra en manos de los terratenientes y las cada vez
menores posibilidades de los campesinos de cultivar la tierra para sobrevivir,
han llevado a la marginalización y el empobrecimiento de la población
indígena y campesina.
El otro gran elemento que configura la rebelión indígena en Chiapas se encuentra en la esfera política mexicana, establecida sobre un sistema político de partido dominante (o de partido de estado) caracterizado por el nepotismo y la corrupción, indiferente a las demandas de democracia de los colectivos indígenas. El sistema de gobierno presidencialista dominado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha estado rodeado de mitos que han encubierto la falta de honestidad política por parte de los gobernantes. Estos mitos ha cuajado y quedan bien representados desde el partido gobernante a través de su imagen revolucionaria (como indica el mismo nombre del partido), las buenas relaciones institucionales con Cuba o el aire de antiamericanismo que han dado durante muchos años a las declaraciones públicas desde el régimen. Pero ciertamente, esto no ha sido suficiente para tapar la corrupción política generalizada, las mafias policiales, los soborno de los narcotraficantes al poder judicial o la mentira legitimada desde el poder. Parece ser que todo tiene un límite, y se empiezan a entrever medidas de democratización y transparencia en la vida política mexicana, como es observó después de las elecciones de julio de 1997, en las cuales los otros dos partidos principales, el PRD y el PAN, entraron a formar parte de la escena política. De cualquier forma, la actuación política desde el Gobierno ha pasado por encima de los derechos sociales, políticos y culturales de los pueblos indígenas, menospreciándolos hasta el punto de que los ha olvidado.
Es, pues, en este contexto, donde estalla la rebelión
zapatista del 1 de enero de 1994, denunciando la violencia desde el poder,
la discriminación racial, el dominio de los caciques y la miseria
eterna. El levantamiento en Chiapas puso en duda el milagro mexicano,
mostrando el reverso de la historia, y entonces Salinas de Gortari dejó
de ser el presidente que había conducido México a las puertas
del primer mundo. Precisamente a partir de entonces el país entró
en una profunda crisis económica y política. Las magníficas
cifras macroeconómicas cambiaron de signo y se asistió a una
salida masiva de capital del país por lo que fue necesaria
la ayuda económica de Clinton de la mano del FMI para que eso no
desembocase en el efecto tequila y se hiciera extensivo al resto
de bolsas latinoamericanas, con las consiguientes pérdidas financieras.
La estabilidad que había caracterizado al régimen político
mexicano durante más de 70 años empezaba a romperse con los
asesinatos, aquel mismo año, de Colosio sucesor de Salinas
de Gortari- y de Ruiz Massieu secretario general del PRI- por sus
supuestas tendencias reformadoras, abriéndose así importantes
fracturas en el partido gobernante y, por extensión, en el sistema
político. ¿Había el levantamiento del EZLN destapado
las intrigas políticas más profundas del régimen y
mostrado la cara más cruel de la reforma económica neoliberal?
El 1 de enero de 1994 se abría en Chiapas un nuevo capítulo de la historia de la humanidad. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se alzaba en armas de la mano del ya histórico subcomandante Marcos y de las comunidades indígenas para luchar contra el olvido, para recuperar así la memoria histórica y denunciar las violaciones a que han estado sometidos los pueblos indígenas desde hace más de 500 años. Este conflicto se enmarca en un contexto económico y político concreto, con demandas concretas por parte de los insurgentes: derecho a la tierra y al trabajo digno y transformación democrática. La rebelión de Chiapas tiene unos rasgos particulares únicos, por eso se la ha llamado la revolución del siglo XXI, en el sentido de que se considera que rompe radicalmente con las prácticas de la izquierda revolucionaria.
Con el grito de guerra de democracia, libertad y justicia, aquel 1 de enero de 1994 el EZLN ocupaba siete municipios del estado de Chiapas ocupando un amplio territorio correspondiente a más de la mitad de la extensión de Cataluña con una estrategia militar bien organizada y un peso importante de la población indígena. Su carta de presentación era la Primera Declaración de la Selva Lacandona donde, además de denunciar la situación de dictadura que vive el país, se hacen explícitas las demandas básicas para poder vivir dignamente.
El apoyo popular al EZLN, la caída automática de la bolsa mexicana y la coincidencia de la entrada de México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCNA), hacen mover al gobierno de Salinas de Gortari hacia una posición de diálogo. De esta manera el 12 de enero se inicia el armisticio y se entra en los que se ha llamado paz armada, aunque ambas partes actúan; mientras el Gobierno ordena la militarización de la zona rebelde, el EZLN empieza a hacer público su mensaje al mundo.
El 19 de febrero se abre el diálogo entre ambas partes en San Cristóbal de las Casas, donde el EZLN presenta al Gobierno 34 peticiones, a las cuales o bien no da respuestas o bien se hacen promesas nunca cumplidas. Seguidamente, los zapatistas responden negativamente a la propuesta de paz negociada del Gobierno, como se pone de manifiesto en la Segunda Declaración de la Selva Lacandona dando por roto el diálogo. Con la voluntad constante del EZLN de hacer de puente al pueblo mexicano en pro de la democracia política y social, se convoca en junio de 1994 a la sociedad civil mexicana partidos políticos, sindicatos, asociaciones diversas, ciudadanos independientes... - a la Convención Nacional Democrática -a la que asisten unas 6.000 personas- con el objetivo de abrir nuevos espacios de discusión y organización para la transformación democrática.
A pesar de que la identidad de Marcos es descubierta en febrero de 1995, haciéndose publica su formación de guerrillero marxista y abriéndose vías de discusión sobre los supuestos orígenes indígenas del EZLN, esto rompe el clima de paz armada. Los Acuerdos de San Andrés son los primeros acuerdos entre Gobierno y el EZLN (febrero de 1996) sobre derechos y cultura indígena el otro gran tema, democracia y justicia no se trataron-, pero la nula voluntad política de cumplimiento por parte del Gobierno hizo romper las negociaciones. Con la intermediación de la COCOPA (Comisión de Concordia y Pacificación) se presenta un nuevo documento como propuesta de acuerdo sobre el cual las partes han de pronunciarse. Éste es aceptado por el EZLN y rechazado por el Gobierno, que presenta a la vez una contrapropuesta: Propuesta del Gobierno de reformas constitucionales en materia de derechos de los pueblos indígenas. Este documento es considerado por el EZLN como una burla del Gobierno a la lucha de los pueblos de México, como se expresa en el Comunicado el EZLN de enero de 1997, afirmando que la contrapropuesta pone en crisis todo el proceso de paz en México. Mientras la COCOPA continúa los intentos de reemprender las negociaciones (Comunicado de la COCOPA, marzo de 1997), no cede la guerra de baja intensidad librada por el Gobierno federal contra la población a través de presionar militarmente y psicológicamente las comunidades indígenas de Chiapas.
A través de los diferentes comunicados que ha hecho públicos el EZLN, pueden observarse los rasgos particulares que caracterizan a este movimiento armado y que difieren considerablemente de las otras guerrillas latinoamericanas. La concepción del ejercicio del poder bajo la premisa de mandar obedeciendo como base de la democracia comunitaria o la voluntad y el ejercicio de llevar a cabo un diálogo inclusivo donde participe toda la sociedad, la sociedad civil como principal fuerza legitimadora y movilizadora para la anhelada transformación política, económica y social.
Para una plena comprensión de la significación de la rebelión de Chiapas hace falta referirse a tres elementos básicos que sustentan todo el discurso y la actividad del movimiento zapatista: luchan por recuperar el vínculo del individuo con la tierra, apuestan por una nueva concepción del poder modificándose bases y se concibe la sociedad como un interpelante más a través de las palabras que a través de las armas (artículo de Ortiz en La Guillotina).
La ideología política que impregna al zapatismo escapa del dogmatismo y, a pesar de moverse a veces en un mar de ambigüedad, aparece como un nuevo movimiento, como una nueva revolución. Así, dos de los pilares del zapatismo, como son la nula voluntad de toma del poder político, pero luchando por espacios abiertos a la ciudadanía y los intentos de articular un movimiento popular a través de la interpelación directa a los pueblos, muestran una nueva cara de la rebelión armada lejos del sectarismo (artículo de Moguel en La Guillotina).
Como quedaba expresado en los precedentes del conflicto, el levantamiento de
Chiapas toca directamente la problemática que actualmente vive todo el
planeta, fruto de la dinámica de acumulación capitalista, y es
una pequeña expresión de esto, con sus rasgos propios y diferenciadores.
De esta manera es interesante observar el vínculo existente entre el
movimiento zapatista y las transformaciones capitalistas que se están
viviendo (artículo Ceceña en Chiapas 2). De hecho, la miseria
económica y el autoritarismo político que denunciado el EZLN no
pueden desligarse del funcionamiento del sistema capitalista y de la actual
fase neoliberal a que se enfrentan todos los pueblos del mundo. Esto puso de
manifiesto en julio de 1996 en el Primer Encuentro Intercontinental para la
Humanidad y contra el Neoliberalismo, celebrada en Chiapas en territorio rebelde,
en la cual fuese posible abrir vías de discusión y reflexión
sobre como la humanidad puede entender y a la vez liberarse de este proyecto
global llamado neoliberalismo que oprima la condición humana desde todas
las vertientes: cultural, política, económica, social... Con la
voluntad de crear y articular redes de resistencia en todo el mundo contra el
neoliberalismo se celebraba en julio de 1997 en diferentes puntos del Estado
español el Segundo Encuentro Intercontinental para la Humanidad y contra
el Neoliberalismo. El mismo subcomandante Marcos intenta encajar los diferentes
aspectos de la realidad mundial en el marco del neoliberalismo, mostrando y
denunciando algunas caras del neoliberalismo Siete
piezas del rompecabezas mundial